ADULTOS MAYORES DE ESTE SIGLO

En una nota publicada en el diario Clarín del domingo 16 de Abril de 2017, Luciana Mantero presenta una entrevista realizada a la antropóloga brasileña Pula Pinto. Esta investigadora trabaja para la empresa Natura y estudia la relación de la belleza y la vejez en varios países latinoamericanos. Paula Pinto concluye que si bien las mujeres de la muestra no creen que la juventud sea el estado ideal de las mujeres, ellas sienten que a partir de los 50 años se tornan invisibles para la sociedad: la moda no las tiene en cuenta, no se ofrecen lugares para ir a bailar, quedan fuera del mercado laboral. Socialmente se cree que después de los 50 años no se necesita una pareja.
Es decir, la sociedad tiene una mirada errada que difiere mucho de las necesidades que las mujeres más allá de los 50 años perciben en sí mismas
Un destacado gerontólogo argentino, Leopoldo Salvarezza, a través de sus libros, advierte de los profundos preconceptos negativos que existen en la sociedad con relación a la vejez y que él denomina “viejismo”.
Este “viejismo” se expresa en la sociedad mediante una imagen desvalorizada de la vejez, los adultos mayores aparecen así como apáticos, asexuados, inactivos, que no entienden nada o ineptos (publicidad de un Banco).
La contracara es un prejuicio positivo que nos muestra (y casi parece exigirles) que los adultos mayores sean hiperactivos, super inteligentes, que salten y brinquen como adolescentes, que sean “cancheros” y exitosos,(propaganda de un complemento dietario).
Pero, ¿cómo es el adulto mayor real de nuestro tiempo?
Si volvemos a Paula Pinto, ella ha descubierto que “el proyecto de vida de los hombres mayores está vinculado a una actividad profesional o a un compromiso regular remunerado o no. Ejemplos de esto es la Fundación Navarro Viola, Papelnonos, etc.)
Las mujeres mayores, a su vez dedican su tiempo a proyecto de vida fuera de casa: hacer cursos, ir a conferencias, al teatro, al cine, hacer pilates y cuidar de los nietos porque quieren y no por obligación.
Muchas de ellas entre los 70 y 90 años vivieron sus matrimonios como una experiencia de poca libertad y encaran la vejez como una liberación de las muchas obligaciones que tenían dentro y fuera de casa. El significado de vida para las mujeres mayores dialoga con la libertad de elegir hacer cosas que antes no eran posibles por la acumulación de funciones familiares y profesionales.”